Reseña: Trilogía Puro de Julianna Baggott
- Xime
- 15 ene 2018
- 2 Min. de lectura
Dentro de la Cúpula la vida sigue su curso más o menos normal: los hombres asisten a la academia y aprenden de Historia y ciencias; las mujeres por su parte, se entrenan para ser buenas madres y esposas, las enfermedades no son permitidas y el suicidio es un sacrificio que se comete en pro de los demás; todo esto en un ambiente controlado, en el que la luz del sol, la comodidad y la paz no son más que una ilusión.
Fuera de la Cúpula un ambiente distinto se desarrolla, un mundo cubierto en cenizas, en el que la nieve es negra, la naturaleza venenosa y el suelo traga personas, en donde sin embargo, la vida humana lejos de extinguirse, sigue desarrollándose en las condiciones más extremas y mortíferas.
Es así, como el mundo está dividido entre puros y miserables, los primeros, personas de la alta sociedad, con piel inmaculada, que tuvieron la oportunidad de resguardarse en el interior de la Cúpula para sobrevivir al apocalípsis, mientras que los miserables son todos aquellos que, posterior a las Detonaciones que acabaron con el mundo, cargan en su cuerpo las marcas de haber sobrevivido: fusiones de piel con cristal, con metal, con plásticos, incluso fusiones de personas con otras personas o con animales.
En este mundo estéril Pressia ha vivido la mayor parte de su vida, escondida con su abuelo en una barbería, Bradwell se dedica a enseñar la historia del Antes, e Il Capitano, eternamente fusionado a su hermano Helmud, es parte de las fuerzas armadas de la ORS.
Es en este nuevo mundo en el que Pressia se encuentra por primera vez con Perdiz, un chico puro que ha logrado escapar de la Cúpula para poder emprender una búsqueda, la cual los unirá de una manera que jamás hubieran imaginado, llegando a ser partes fundamentales de una nueva revolución.
Es así como Julianna Baggott trae una nueva trilogía distópica (compuesta por Pure, Fuse y Burn), con un relato visceral, cruel y desolador que nunca deja de ser verosímil, una historia en la que el amor, la amistad y la confianza, se ponen a prueba todos los días.
A la par de las escenas de acción, que nunca se detienen, se lleva un relato conmovedor en el que la familia es más que los lazos sanguíneos, la libertad implica sacrificios inimaginables, la civilización no reside en el status social-económico y la verdad puede llegar a ser un instrumento de destrucción. De igual manera, la autora inserta hábilmente un subtexto religioso, un cuestionamiento de la fe misma, la cual, al mismo tiempo de condenarnos, nos salva y nos brinda alivio.
En este mundo de Pressia y Perdiz en el que nada es bueno o malo, simplemente es.
El final de la saga dista de ser una conclusión de la misma, en su lugar da paso a un nuevo inicio. Después de todo, la historia de Pressia, así como la de la humanidad, nunca dejará de escribirse.

Por Mariana Rocha Zavala
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